El camino de serranía suaves, muchos pozos que misteriosamente desaparecen al llegar a la gran capital. Se cruza primero ciudades satélites, una de ellas llamada la ciudad del automóvil que prácticamente es una gran playa de estacionamiento de autos en venta. El acceso bien señalizado y sin dificultad nos metimos en la gran avenida este-oeste que es la principal y donde están los principales edificios. Paramos en un gran parque de estacionamiento para preguntar sobre la Asociación de Albergues, que por suerte estaba cerca y para allá fuimos. Un lugar muy agradable, cercano al centro, en que por R$. 13,50 c/u disponíamos de desayuno y duchas, durmiendo en el auto.
Al día siguiente, desayunando
Así que nos instalamos, arreglamos un poco las cosas y nos fuimos con una carona al centro de Brasilia. Nos dejaron en un shopping, cerca de la terminal de ómnibus, almorzamos, quisimos ir a la catedral que quedaba “cerquita nomás” y aprendimos la regla número 1 de Brasilia: nos fuimos nuevamente al Albergue en un colectivo para buscar el auto, ya que Brasilia sin auto es un suicidio caminando.
Volvimos al centro, visitamos la iglesia Catedral que no nos convenció mucho
y luego la torre de TV que nos dio una vista a 85 m de altura de la ciudad y nos permitió ubicarnos “geográficamente”.
. .Vista de la gran avenida central, al fondo: el congreso
Otra vista. El edificio en arco es un shopping, pero no tienen la calidad de los porteños
Recorrimos toda la gran avenida, hasta el palacio Legislativo (las dos cúpulas formando la balanza) y luego al puente Juvelino Kubitchev, que es uno de los que cruzan la gran laguna artificial que casi rodea Brasilia con intención de humidificar el clima seco del lugar. Es un puente colgante pero con tres arcos asimétricos, que lógicamente consideran “el más bonito del mundo”
y como ya había anochecido recorriendo la otra costa, rumbeamos al Albergue haciendo una gran vuelta ya que de noche aparentemente cambian las calles de lugar y por suerte, luego de varios recorridos conseguimos pasar justo frente al albergue. Alegría y alivio, entramos, disfrutamos de los sillones del living y a nuestro auto para un merecido descanso.
Desayuno en el albergue muy bueno y a las 10:00 estábamos visitando el Museo del Aborigen (!!!!!) , que lamentamos no poder sacar fotos en el interior ya que hay trabajos muy hermosos realizados por los indígenas (pueblos originarios...)
Desayuno en el albergue muy bueno y a las 10:00 estábamos visitando el Museo del Aborigen (!!!!!) , que lamentamos no poder sacar fotos en el interior ya que hay trabajos muy hermosos realizados por los indígenas (pueblos originarios...)
y luego el Memorial de JK (!!!), con toda la historia de este político, además de su mausoleo en el piso superior.
De allí a la Capilla de Don Bosco (!!!!!!!!!!!), al lado de un colegio salecianoes una vivencia espiritual vestida de azul.
y el Templo de Buena Voluntad (!!!!!!!!), que forma parte de una universidad de estudios teosóficos.
El templo es una gran cúpula y en su vértice está el cristal "más grande del mundo"
en su interior, en el piso, hay marcada una espiral que se recorre por la franja oscura hasta llegar al centro, justo debajo del cristal, y luego se pasa a la franja clara (se hace la luz en nuestro interior) y se sale recorriendo nuevamente la espiral. Todo en silencio y gran devoción
detrás de ese círculo de cristales, está el mausoleo del fundador de ese "grupo?", aún sin ocupar
Almorzamos muy bien en la sección universitaria y Cris me lo agradece con su mirada (por fín algo distinto al pan con queso !!!)
Llegó la noche, nos fuimos al Edificio del Teatro, una pirámide truncada, y luego, al llamado de la música: una plaza donde desde un palco un conjunto tocaba y el pueblo (nosotros también), danzaban forró. Todo muy brasilero, alegre, descontraido y feliz.
Luego al albergue, después de dar una última vuelta por Brasilia nocturna y sus edificios iluminados, súper felices con el día vivido.
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