Temprano, con el canto de los pájaros y las sombras de los cocodrilos, desayunamos mirando verdes y las orillas de los esteros. A las 09:00, nuestro guía, Bernardo, nos invitó a subir a su lancha y emprendimos la excursión. Primero hay que buscar la orilla opuesta, pasando por un puesto de guardaparques que tomaron nota de la lancha y el número de sus ocupantes, y nos internamos por uno de los miles de "arroyos" que unen las distintas lagunas o "embalsados". El agua esta quieta y se pude maniobrar la lancha sin el motor, empujado por una larga caña: alli vimos un ciervo de los pantanos, docenas de cocodrilos tomando pacíficamente sol, carpinchos varios con y sin cría, miles de pájaros de infinitos tamaños y colores de los cuales nos llamó especialmente la atención unos negros con cabeza roja que el guía los identificó como "federales". Pudimos también desembarcar en uno de los "embalsados", que son enormes islas flotantes que dominan los esteros y que como son desplazables con el viento, hacen que los "mapas" cambien continuamente y solo los baqueanos puedan unicarse. Al caminar por ellos, se siente como ondulan bajo nuestro peso, marcando que debajo hay agua y sus pirañas. En total habremos estado tres horas sumergidos en esa riqueza de ecosistema que esperamos perdure en el tiempo, aunque el guía nos comentó de los sacrilegios que se cometen, haciendo dudar que perdure lo que todavía existe. Almorzamos en el camping y luego seguimos viaje rumbo a Mercedes, que se encuentra a otros 120 kilómetros también de tierra.
Justo al tomar nuevamente el asfalto, pocos kilómetros antes de Mercedes, giramos a la izquierda en busca del santuario principal del Gauchito Gil, que se encuentraba a unos 10 kilómetros. Seguramente que es la devosión popular que mayor cantidad de santuarios tiene, ya que las cintas rojas que los caracterizan las hemos encontrado en todas las rutas que hemos seguido, desde Ushuaia a Jujuy. El santuario fue contruido en el lugar que murió y como es lógico esta rodeado por el comercio de recuerdos que le da vida junto a la fé popular. Hice mi ofrenda con sincera devoción, compramos alguno de los recuerdos y seguimos para Mercedes donde entramos para hacer algunas compras en un supermercado.
A la tardecita pasamos por Cuatro Bocas y tomamos por la ruta 127 rumbo a Paraná, pero a unos 100 km aproximadamente entramos en una estación de servicio en Federal, donde nos acomodamos para dormir, luego de un paseo por la ciudad.
De mas está decir, que soñamos con los cocodrilos . . .
jueves, septiembre 29, 2005
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