

También en tren fantasma y otro juegito de unos barquitos que navagaban mansamente por un recorrido de agua. Por último, al teleférico, con el que tuvimos vistas aereas del parque a la peligrosa altura de unos 10 metros.

Cris no resistió la tentación de trepar a un bravo caballo, que luego de domarlo quedó tan manso como muestran las fotos. Que maravilla!!!

.jpg)
También yo me atreví a acercarme a un extraño animal, aunque quizá conocido en algunos también extraños lugares

Ya eran la 18 horas y cerraban el parque, así que regresamos los 120 km a nuestra casita. En resumen, digamos que llegamos por lo menos 30 años tarde, se lo debemos a nuestros hijos y ahora también a nuestros nietos.