Desayunamos a eso de las 08:00, preparamos el equipaje, dejamos el hotel y al auto pero sorpresa: no quiso arrancar. Otra 4x4 del equipo de Carmen Yazalde tampoco arrancaba, así que me plegué al equipo de auxilio, empujamos, presté la soga para remolcarlo con un ómnibus del hotel, y cuando arrancó pedí reciprocidad que por supuesto, de muy buen agrado, me remolcaron y arrancó nuestro Pegaso. Mientras, mi copiloto charlaba con Carmencita y foto mediante para inmortalizar tan sublime momento.
Salimos entonces como a las 10:00 rumbo a Las Flores, unos 10 Km., de donde sale el camino al paso de Aguas Negras, nuestra máxima prueba de altura y aventura. A los 500 metros de Las Flores está la aduana argentina, donde paramos, nos atendió un gendarme joven de Concepción de la Sierra por lo que recibimos el tratamiento VIP de compatriotas, nos dieron ajo para superar el apunamiento y a seguir.
Hicimos unos 20 Km. de camino llano, asfaltado, directamente a la cordillera que estaba en el horizonte, luego más cerca, más cerca, y un cartel nos previno que dos siglos atrás, un grupo de argentinos San Martinianos siguió este mismo camino a pié, con mulas que arrastraban cañones.
Y llegamos al pié de la cordillera y comenzamos a subir, a subir, a subir hasta llegar, unos kilómetros más adelante, a otro control de gendarmería donde también nos trataron muy amablemente, nos dieron cebolla esta vez y retuvieron los documentos como para asegurarse que el viaje era hasta la frontera nada mas. Seguimos subiendo pero ahora por camino de tierra, bordeando permanentemente el río Aguas Negras y subiendo, subiendo, la nieve se acercó a nosotros, también el hielo, más y más nieve en el borde del camino y se sigue subiendo.
El camino cada vez más angosto por la nieve y llegamos a los esperados e increíbles penitentes allí, al alcance de nuestra mano. Paramos el auto pero no nos bajamos por temor a la altura ya que necesitábamos toda nuestras fuerzas para seguir hasta la frontera y volver.
Y llegamos a la frontera, a los 4780 m.s.n.m., sacamos las fotos de rigor sobre la linea que divide las aguas, en un marco cordillerano nevado, solos con Dios y recordando muchos afectos que siempre nos acompañaron en los mejores momentos de nuestro viaje. Iniciamos el regreso entusiasmados con la perspectiva de bajar, bajar y bajar para llegar hasta donde el aire es respirable y llena los pulmones.
Unos guanacos nos saludaron cruzando el camino poco antes de llegar al primer puesto de gendarmería, charla con el gendarme Espejo que nos había dado la cebolla, devolución de los documentos y seguimos bajando por camino asfaltado hasta la aduana. Otra charla y a seguir el camino ya que la intención era llegar a Calingasta, unos 150 km más adelante.
Este paso lo piensan mejorar para que esté habilitado todo el año, mediante un túnel de 15 kilómetros de largo y aparentemente ya está la financiación de los Chinos. El proyecto lo avalan las provincias de Santa Fe, Córdoba y San Juan. Sin el túnel, solo esta abierto de diciembre hasta marzo – abril.
En Las Flores buscamos un lugar con árboles y sombra al costado de la ruta, comimos algo y pocos kilómetros más adelante está Iglesias donde abandonamos el asfalto para cruzar por un camino polvoriento y de piedra gruesa en algunos tramos, pasamos por Tocota y 85 kilómetros después retomamos el asfalto en Villa Nueva, poco antes de llegar a Calingasta. Este camino no fue una experiencia grata y aconsejamos continuar por el asfalto en Iglesias.
Pero llegamos a Calingasta que no nos gustó y aunque ya era de tardecita y próximo a caer la noche, seguimos viaje a Barreal, que tiene mejor fama, por lo menos de ser una villa turística.
Llegamos ya de noche, encontramos una estación de servicio YPF donde nos destinaron un lugar apropiado para dormir, recorrimos un poco el pueblo, nos gustó, compramos algo en un mercadito y a comer y dormir en nuestro palacio.
miércoles, abril 13, 2005
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