El sábado, a eso de las 04:00 horas, me vestí y seguimos viaje mientras mi compañera continuaba sus dulces sueños. Pasamos Cafayate luego de 90 minutos y nos internamos en la quebrada de las Conchas, que es bellísima pero recien amanecía lentamente, por lo que no se veía prácticamente nada. Llegamos a Salta, luego de una parada a desayunar y estirar las piernas, a eso de las 09:00, todavía con un poco de fiebre, pero bien abrigados de manera de no tentar a los microbios.Averiguamos sobre la virgen de los Tres Cerritos y nos indicaron como llegar. Es un barrio de buen nivel, que está a unas 20 cuadras al norte del Cerro San Bernardo. A la entrada nos dieron unas estampas de la virgen e indicaron seguir hasta el estacionamiento, que estaba a 1000 metros más adelante. Llegamos, estacionamos y a caminar, siempre en pendiente positiva, otros 1000 metros, pero con un excelente paisaje.Llegamos a la cumbre del cerro, visitamos el santuario, rezamos con Cris, compartimos el lugar con mucha gente que demostraba su gran fé y eso contagiaba por lo menos en algo a los ateos curiosos (eso por mi). Ese día, por ser sábado de Gloria, la Sra. que vé la Virgen, no estaba presente, por lo que nuestro apuro por llegar fue en vano, pero estabamos en Salta y eso sí era válido. Fuimos a la estación de ACA, reparamos con alambre el paragolpe delantero que se nos había caido en "la 40", Cris visitó unos artesanos en una plaza y caminó un rato por la plaza principal, mientras yo descanzaba un poco y luego al centro a buscar un lugar para almorzar. Un lindo restourant, empanadas y tallarines con una buena salsa, que si bien no es muy típica la comida, pero teníamos gran antojo de comerlos. Muy bueno todo y luego a seguir disfrutando la ciudad salteña. A la nochecita, dejamos el auto en un buen estacionamiento y nos fuimos caminando hasta el cerro de San Bernardo, donde había un espectáculo folclórico de muy bena calidad con motivo del 428 aniversario de la fundación de Salta. Lástima que algo lloviznaba, pero el lugar, con el monumento a Güemes de fondo y el cerro enmarcando todo, valía el esfuerzo, además que mi fiebre había desaparecido aparentemente. Al término, nuevamente al auto, previa búsqueda de empanadas en lo de Doña Salta que fuimos comiendo como cena. Dormimos en una estación de servicio Shell, bien grande e iluminada y bastante céntrica. Muy buenos sueños acunados con ritmos de zambas y bagualas. A la mañana siguiente, desayuno, Cris a misa en la Basílica de San Francisco, imponente e impecablemente conservada, y otra vez al estacionamiento a dejar el auto para libertad de recorrer la ciudad. Frente al Palacio Legislativo se realizaba un desfile "cívico militar" conmemorando el aniversario salteño. Desfilaban también delegaciones de colegios, por lo que tuve el gusto de ver a mi ex-colegio Urquiza, donde cursé el 2° y 3° grado, hace "como 58 años atrás". Por último y como broche de oro, los gauchos de Güemes bajo el aplauso y mirada orgullosa de todos los salteños.
Almuerzo en Doña Salta, empanadas y locro, con un vinito, y al cerro de San Bernardo, que por más conocido que sea, no se puede dejar de ir. Luego de llenarnos los ojos y el corazón de la vista de esa ciudad maravillosa y hospitalaria que es "Salta la Linda", descendimos el cerro y salimos rumbo a Oberá, siendo más o menos las 18 horas.
jueves, abril 27, 2006
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