A las 09:00 estábamos en la entrada del parque, listos para la excursión. Se juntaron unos 5 autos, entre ellos una combi con excursionistas que venían de Valle Fértil. Todos en caravana iniciamos el paseo, con un guía que iba en la combi y previo pago de $ 10.- c/u. Varias paradas por el camino, donde nos bajábamos, escuchábamos al guía, sacábamos las correspondientes fotos y nuevamente al auto para seguir el paseo.
En total unas 02:30 horas en que llegamos al punto de partida y luego la visita al museo paleontológico, que depende de la Universidad de San Juan, donde una chica, con mucho entusiasmo, nos explicó las maravillas que estaban enterradas en ese parque.
A eso de las 14:00 seguimos rumbo a Talampaya. Para eso tuvimos que retomar el camino a Baldecitos, cruzar a La Rioja y tomar la ruta 26, paralela al límite con San Juan, siguiendo para el norte unos 50 Km., hasta la entrada al parque. Por ser jubilados no pagamos entrada, pero cuando llegamos, unos 10 Km. mas adelante, a la casilla de guarda parques, allí nos enteramos que el paseo se hace únicamente con unas camionetas que tiene asientos en la caja y a un costo de $ 25.- c/u. Los comentarios en el libro de visitantes eran pésimos, ya que consideraban que el mayor éxito era el de llenarlos de tierra y no había agua al regreso como para una mínima higiene. Como no regresábamos nosotros a un hotel fijo y si a un hotel rodante sin ducha, desistimos del paseo y continuamos camino con destino final en San José de Jáchal.
Una vez recorridos los 10 Km. de salida del parque, retomamos el rumbo norte. En Pangacillo un control sanitario nos obligó a comer las frutas que llevábamos y en Villa Unión, con una hermosa vista del Famatina, a mano derecha del camino ( 6.200 m), doblamos a la izquierda tomando la Ruta 40 (¡!). Pronto cruzamos una serranía, paisajes muy bonitos, dunas de arena para jugar y el placer de estar transitando por ¡LA 40!.
Cruzamos el límite y nuevamente en San Juan, poco después de pasar por Agua Hedionda, el camino se divide justo después de un control bromatológico que nos indicó tomar por la izquierda. Ya estaba atardeciendo, el asfalto se transformó en tierra y el camino comenzó a trepar y trepar, la noche cayó llenando de mantos negros el paisaje de montaña y continuamos trepando, cruzando un túnel cavado en piedra blanca, hasta llegar a un dique del que solo se veía el espejo de agua brillando de a ratos por alguna luz que seguramente llevaba algún fantasma iluminando su camino. Bordeando el agua, al camino fue poblándose de casitas, luces de calles y poco kilómetros después apareció San José de Jáchal con sus 19.000 habitantes.
A la entrada, una estación de servicio del ACA, por lo que pedimos autorización para dormir y solucionado ese problema, seguimos rumbo al centro para comer algo. Recorrida por varios lugares que nos indicaban pero todos cerrados: abren después de las 21:30 y como estábamos cansados, rumbeamos para el ACA, Cris preparó una sopa riquísima y nos dormimos pensando en reptosaurios, paisajes, montañas y túneles. ¡Una belleza todo!
lunes, abril 11, 2005
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