A la mañana siguiente, recorrida por el centro de San José, cargamos la garrafita de gas que estaba medio floja, visitamos la iglesia que albergaba un cristo negro tamaño natural y otras imágenes antiguas y a la ruta de nuevo rumbo a Rodeo, por la cuesta del viento.
Fueron unos 50 Km. de grandes paisajes, bordeando el río Jáchal por uno de los lados y paredones de piedras con su sinfonía de colores cambiantes por el otro. En uno de los tramos bajamos a explorar la garganta del río, en que el curso se encajona por un pasaje angosto y en otro nos internamos caminando por unos paredones imposibles y también exploramos cuevas.
Para remate, al final de ese tramo llegamos al dique Cuesta del Viento, con las aguas contenidas por laderas de piedra talladas por el viento formando un paisaje lunar increíble. Allí se practica windserf , pero supongo que a debe ser de alta velocidad, ya que el viento es una constante.
Luego de llenarnos los ojos de esas maravillas, continuamos por un valle lleno de verdes, hasta llegar al Hotel Termas Pismanta, cerca de las 15:00. Hablamos en la recepción, está a cargo de una cooperativa de los mismos empleados, nos atendieron muy bien y nos ubicamos en el cuarto 312. Dejamos todo rápido, nos dimos una ducha merecida y a las termas.
Son cuartos privados, para una o dos/tres personas. Entramos en una de ellas, cerramos la puerta, nos pusimos cómodos y al agua caliente (42 ° ). Placer de los dioses, griegos y romanos juntos, luego de varios días a bordo de la Trafic que mucho disfrutamos también pero esto . . ., a 2000 m de altura, teniendo todo un hotel a nuestra disposición . . ., fue sumergirnos en otra dimensión y por supuesto nos quedamos más de lo aconsejado ya que en algún momento quise ponerme de pié y sentí un mareo y debilidad peligrosa por lo que le pedí a Cris que también saliera agarrándonos de los caños que previsoramente estaban colocados en las paredes, hasta sentarnos en una silla salvadora donde quedamos quietos recuperando suficientes fuerzas para vestirnos, abrir la puerta, respirar aire fresco y buscar unos hermosos sillones donde nos derrumbamos convencidos que por algo dicen que no mas de 15 minutos.
Una larga siesta en cama con sábanas y a la noche fuimos a cenar en el mismo hotel, donde había un menú fijo pero abundante y excelente. En el comedor también estaba Carmen Yazalde, quien con un equipo estaban filmando una promoción del hotel o de una crema para damas. Para cerrar el día, otro baño termal pero esta vez solo y no mas de 10 minutos, estando Cris de guardia.
martes, abril 12, 2005
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