Luego de una vuelta por el centro que no nos gustó, de poco nivel y gente con rostro no muy amable y como estábamos algo cansados, comimos algo rápido en un shopdog, muy bien decorado el local, averiguamos en una ESSO, que por $1000 ( $6.-) nos dejaban dormir. Así que estacionamos, ordenamos Pegaso y a dormir soñando con el mar.
El lunes me desperté temprano y nos fuimos a la costanera para tomar el desayuno con las gaviotas y pelícanos. A eso de las 09:00, nos instalamos en un lindo hotelito que Cris había visto y que largamente ganamos.
Nos instalamos, una buena duchaaaaaaaa de agua bien caliente, ropa limpia y a visitar la Zona Franca (una desilusión), que si bien no compramos nada, por lo menos comimos ”palta a la reina” Cris y yo una carne mechada, luego a descansar un rato, a la noche el casino (otra desilusión) y a dormir.
A la mañana siguiente, un desayuno “continental”, (no brasilero, pero tampoco el tradicional que preparaba yo a la mañana), preparamos las cosas, las dejamos en el hotel en depósito y nos largamos a pié a dar una última recorrida por Iquique.
Nos fuimos a la zona peatonal, que no era comercial sino que “turística histórica” y con varios restauran, la mayoría casas del 1890, de pino oregón, muy lindas y bien conservadas. También un tranvía histórico hacía el recorrido por la zona.
Un buen jugo de ananá, con una bocha de helado, “feito en la hora” sirvió de aperitivo ocasional.
Entramos en la Casa Española y nos encontramos con un hermoso castillo morisco, un salón comedor adornado con cuadros del quijote y mesas impecablemente servidas con copas de cristal y platos con el escudo de España.
En vez de quedarnos en la Casa Española y reventar el chanchito, nos fuimos al mercado municipal por recomendación de un dueño de restouran, donde pedimos un Jardín de Mariscos, que prometía un festín con los distintos frutos de mar de la zona. Lamentablemente no fue lo que esperábamos pero probando se aprende. Sirvió para reírnos un largo rato.
De allí nos fuimos al hotel a buscar las cosas, cargarlas en el auto y a la Zona Franca a buscar un perfume que Cris, luego de largas meditaciones, decidió comprar.
Salimos por el oeste, rumbo a las montañas que estaban allí no más, por lo que pronto teníamos una vista hermosa de la ciudad aunque con un techo de nubes espesas que son nada más que eso: nubes, no lluvia.
A unos 50 Km. llegamos a la Ruta 5, por lo que doblamos a la izquierda. La ruta en bastante mal estado, nada que ver con la impecable autopista que tomamos desde Santiago a Puerto Montt el año pasado. Más adelante, un desvío de unos 5 Km., nos acercó al cerro Pinturas, lugar que queríamos visitar. Llegamos al portón y estaba cerrado pero una camioneta de excursiones estacionada nos indicaba que había gente, así que también dejamos a Pegaso y entramos al lugar. Inmediatamente se comienzan a divisar en las faldas de los cerros los dibujos gigantes.
La técnica que emplearon es la misma que en las líneas de Nazca, en Perú. Las laderas están cubiertas de piedras negras, y al removerlas queda una superficie blanca, es decir que los dibujos no están pintados, sino que han removido las piedras. La ausencia total de lluvias las a preservado. Lo consideran el mayor mural del mundo, de unos 4 Km. de longitud,, ya que los dibujos continúan en varias laderas de los cerros.
A poco de comenzar el camino nos cruzamos con los turistas de la otra camioneta que regresaban, así que continuamos el camino solos, sobrecogidos por lo fantástico de los dibujos, el misterio que encerraban y la magnitud del paisaje.
La sensación era de estar en suelo sagrado, compartiendo con una milenaria civilización, un diálogo con sus dioses.
Llegamos a Calama ya de nochecita, así que directo a una estación de servicio ESSO, elegimos un lugar adecuado y a dormir un sagrado sueño.
A la mañana siguiente a Internet, una vuelta por el Shopping, y a Chuquicamata que está a unos 15 Km. por autopista, para visitar la mina de cobre “más grande del mundo” a cielo abierto. La visita se hacía a las 13:30, por lo que buscamos una sombra, hicimos algo de tiempo. Cris se quedó descansando y yo me enganché en el tour. Primero una charla donde nos pusieron en tema y luego al bus con el que nos llevaron a un mirador, desde donde se podía apreciar el enorme agujero que estaban haciendo a la tierra.
El cobre está en las piedras, por lo que muelen las laderas y cargan en enormes camiones. Hasta los 400 m de profundidad, por acción del oxígeno, lo que se encuentra es óxido de cobre, que luego separan con un baño de ácido sulfúrico y por procesos electrolíticos lo purifican al 99,99%.
Pasados los 400 m el cobre se encuentra sin oxidar, pero también hay que separarlo y purificarlo electrolíticamente. Actualmente el pozo tiene 900 m de profundidad y varios kilómetros de ancho. Siguen cavando con entusiasmo y piensan que por 90 años más lo podrán hacer.. Obtienen 1.000.000 de toneladas año con esas minas en Chuquicamata.
De regreso del tour nos fuimos a Calama nuevamente, otro paseo por la ciudad y luego a San José de Atacama, que está a unos 100 Km. Llegamos de nochecita, directamente a la aduana chilena. Queríamos dormir allí y salir a las 07:00 para el cruce. Nos informaron que el horario es desde 08:00 a 23:00 por lo que luego de una amable charla, accedieron a darnos la salida e incluso nos indicaron un lugar para dormir apartado de los camiones para que no nos molesten. Súper amabilidad, ¡Gracias!
A la mañana siguiente, el despertador sonó a las 06:00 (previamente a las 04:00 un dramamine), un café, preparamos los gualichos para el cruce y justo a las 07:00 nos largamos para arriba. Los 40 primeros kilómetros son de subida fuerte a muy fuerte, similar a la cuesta del Lipan, pero mas lineal, sin tantas curvas pero directo a los 4900 metros. Cris comenzó a sufrir, cerrar los ojos y rezarle a la Pachamama.
Llegamos al Paso de Jama, rápido trámite de entrada y seguimos “metiendo pata” para bajar lo antes posible.
A las 14:00, superado el Paso de Lipan, bajábamos a Purmamarca, con Cris en bastante buen estado.
Dejamos Purmamarca atrás buscando menos altura, y poco antes de llegar a Jujuy capital, encontramos un camping, El Refugio, y nos metimos allí (1.400 m.s.n.m.).
El buen baño con agua caliente, la cena que preparó Cris, la botella de champagne que destapamos para festejar el doble cruce de Jama y el cumple de Omamá( era 28 de septiembre), alejó todos los malestares de la altura. Al rato se llenó de chicos que venían de Tartagal, armaron sus carpas y se prepararon para la estudiantina.
Muy correctos todos y con el entusiasmo de los 17 años.
Al día siguiente, luego del desayuno, ordenar Pegaso y charlar con las chicas sobre la estudiantina en Jujuy a la que habían ido, salimos rumbo a Salta por el camino de cornisa, ex ruta 9 y digo ex por que lo que queda es un camino angosto, con peligrosas curvas y tránsito de camiones. Los verdes de la vegetación que recordábamos, con helechos y frutillas, fueron reemplazados por laderas resecas o quemadas, hace mucho tiempo que no llueve. Llegamos a Salta a las 14 horas, justo para dejar el auto en un estacionamiento y ocupar una mesa en Doña Salta como los últimos clientes a atender, comer unas empanadas y un plato de locro muy ricos y especiales, con sabor a Argentina. A la salida buscamos una Internet, leer e-mail y enviarlos, además de actualizar nuestra página.
El lunes me desperté temprano y nos fuimos a la costanera para tomar el desayuno con las gaviotas y pelícanos. A eso de las 09:00, nos instalamos en un lindo hotelito que Cris había visto y que largamente ganamos.
Nos instalamos, una buena duchaaaaaaaa de agua bien caliente, ropa limpia y a visitar la Zona Franca (una desilusión), que si bien no compramos nada, por lo menos comimos ”palta a la reina” Cris y yo una carne mechada, luego a descansar un rato, a la noche el casino (otra desilusión) y a dormir.
A la mañana siguiente, un desayuno “continental”, (no brasilero, pero tampoco el tradicional que preparaba yo a la mañana), preparamos las cosas, las dejamos en el hotel en depósito y nos largamos a pié a dar una última recorrida por Iquique.
Nos fuimos a la zona peatonal, que no era comercial sino que “turística histórica” y con varios restauran, la mayoría casas del 1890, de pino oregón, muy lindas y bien conservadas. También un tranvía histórico hacía el recorrido por la zona.
Un buen jugo de ananá, con una bocha de helado, “feito en la hora” sirvió de aperitivo ocasional.
Entramos en la Casa Española y nos encontramos con un hermoso castillo morisco, un salón comedor adornado con cuadros del quijote y mesas impecablemente servidas con copas de cristal y platos con el escudo de España.
En vez de quedarnos en la Casa Española y reventar el chanchito, nos fuimos al mercado municipal por recomendación de un dueño de restouran, donde pedimos un Jardín de Mariscos, que prometía un festín con los distintos frutos de mar de la zona. Lamentablemente no fue lo que esperábamos pero probando se aprende. Sirvió para reírnos un largo rato.
De allí nos fuimos al hotel a buscar las cosas, cargarlas en el auto y a la Zona Franca a buscar un perfume que Cris, luego de largas meditaciones, decidió comprar.
Salimos por el oeste, rumbo a las montañas que estaban allí no más, por lo que pronto teníamos una vista hermosa de la ciudad aunque con un techo de nubes espesas que son nada más que eso: nubes, no lluvia.
A unos 50 Km. llegamos a la Ruta 5, por lo que doblamos a la izquierda. La ruta en bastante mal estado, nada que ver con la impecable autopista que tomamos desde Santiago a Puerto Montt el año pasado. Más adelante, un desvío de unos 5 Km., nos acercó al cerro Pinturas, lugar que queríamos visitar. Llegamos al portón y estaba cerrado pero una camioneta de excursiones estacionada nos indicaba que había gente, así que también dejamos a Pegaso y entramos al lugar. Inmediatamente se comienzan a divisar en las faldas de los cerros los dibujos gigantes.
La técnica que emplearon es la misma que en las líneas de Nazca, en Perú. Las laderas están cubiertas de piedras negras, y al removerlas queda una superficie blanca, es decir que los dibujos no están pintados, sino que han removido las piedras. La ausencia total de lluvias las a preservado. Lo consideran el mayor mural del mundo, de unos 4 Km. de longitud,, ya que los dibujos continúan en varias laderas de los cerros.
A poco de comenzar el camino nos cruzamos con los turistas de la otra camioneta que regresaban, así que continuamos el camino solos, sobrecogidos por lo fantástico de los dibujos, el misterio que encerraban y la magnitud del paisaje.
La sensación era de estar en suelo sagrado, compartiendo con una milenaria civilización, un diálogo con sus dioses.
Llegamos a Calama ya de nochecita, así que directo a una estación de servicio ESSO, elegimos un lugar adecuado y a dormir un sagrado sueño.
A la mañana siguiente a Internet, una vuelta por el Shopping, y a Chuquicamata que está a unos 15 Km. por autopista, para visitar la mina de cobre “más grande del mundo” a cielo abierto. La visita se hacía a las 13:30, por lo que buscamos una sombra, hicimos algo de tiempo. Cris se quedó descansando y yo me enganché en el tour. Primero una charla donde nos pusieron en tema y luego al bus con el que nos llevaron a un mirador, desde donde se podía apreciar el enorme agujero que estaban haciendo a la tierra.
El cobre está en las piedras, por lo que muelen las laderas y cargan en enormes camiones. Hasta los 400 m de profundidad, por acción del oxígeno, lo que se encuentra es óxido de cobre, que luego separan con un baño de ácido sulfúrico y por procesos electrolíticos lo purifican al 99,99%.
Pasados los 400 m el cobre se encuentra sin oxidar, pero también hay que separarlo y purificarlo electrolíticamente. Actualmente el pozo tiene 900 m de profundidad y varios kilómetros de ancho. Siguen cavando con entusiasmo y piensan que por 90 años más lo podrán hacer.. Obtienen 1.000.000 de toneladas año con esas minas en Chuquicamata.
De regreso del tour nos fuimos a Calama nuevamente, otro paseo por la ciudad y luego a San José de Atacama, que está a unos 100 Km. Llegamos de nochecita, directamente a la aduana chilena. Queríamos dormir allí y salir a las 07:00 para el cruce. Nos informaron que el horario es desde 08:00 a 23:00 por lo que luego de una amable charla, accedieron a darnos la salida e incluso nos indicaron un lugar para dormir apartado de los camiones para que no nos molesten. Súper amabilidad, ¡Gracias!
A la mañana siguiente, el despertador sonó a las 06:00 (previamente a las 04:00 un dramamine), un café, preparamos los gualichos para el cruce y justo a las 07:00 nos largamos para arriba. Los 40 primeros kilómetros son de subida fuerte a muy fuerte, similar a la cuesta del Lipan, pero mas lineal, sin tantas curvas pero directo a los 4900 metros. Cris comenzó a sufrir, cerrar los ojos y rezarle a la Pachamama.
Llegamos al Paso de Jama, rápido trámite de entrada y seguimos “metiendo pata” para bajar lo antes posible.
A las 14:00, superado el Paso de Lipan, bajábamos a Purmamarca, con Cris en bastante buen estado.
Dejamos Purmamarca atrás buscando menos altura, y poco antes de llegar a Jujuy capital, encontramos un camping, El Refugio, y nos metimos allí (1.400 m.s.n.m.).
El buen baño con agua caliente, la cena que preparó Cris, la botella de champagne que destapamos para festejar el doble cruce de Jama y el cumple de Omamá( era 28 de septiembre), alejó todos los malestares de la altura. Al rato se llenó de chicos que venían de Tartagal, armaron sus carpas y se prepararon para la estudiantina.
Muy correctos todos y con el entusiasmo de los 17 años.
Al día siguiente, luego del desayuno, ordenar Pegaso y charlar con las chicas sobre la estudiantina en Jujuy a la que habían ido, salimos rumbo a Salta por el camino de cornisa, ex ruta 9 y digo ex por que lo que queda es un camino angosto, con peligrosas curvas y tránsito de camiones. Los verdes de la vegetación que recordábamos, con helechos y frutillas, fueron reemplazados por laderas resecas o quemadas, hace mucho tiempo que no llueve. Llegamos a Salta a las 14 horas, justo para dejar el auto en un estacionamiento y ocupar una mesa en Doña Salta como los últimos clientes a atender, comer unas empanadas y un plato de locro muy ricos y especiales, con sabor a Argentina. A la salida buscamos una Internet, leer e-mail y enviarlos, además de actualizar nuestra página.